Recuerdo una tarde lluviosa en la que decidí parar y tomarme un pequeño descanso. Era una época en la que la rutina, las responsabilidades y el constante «tengo que» me habían llevado a un estado de desconexión tan profundo que ni siquiera sabía cómo me sentía realmente. Estaba en automático, cumpliendo, avanzando, pero con una sensación de vacío que no podía ignorar.
Ese día, mientras la lluvia golpeaba suavemente las ventanas, me senté en el suelo de mi habitación y cerré los ojos. Por un momento, me sentí incómoda, casi como si no supiera estar conmigo misma. Y entonces, una lágrima silenciosa rodó por mi mejilla… No sabía de dónde venía exactamente, pero ahí estaba, pidiendo ser vista, escuchada, sentida.
Aprendemos a callar nuestras emociones
Desde pequeños nos enseñan a «ser fuertes», a «seguir adelante» y a no dejar que nuestras emociones nos dominen. Seguro que tú también has vivido en algún momento ese: «No llores, no es para tanto», «No te enfades, no vale la pena», «Sé valiente». Y así, poco a poco, aprendemos a ignorar lo que sentimos, a guardar nuestras lágrimas para otro momento, a callar la tristeza y disfrazarla con una sonrisa.
Pero aquí está la verdad: lo que no sentimos, se queda atrapado dentro de nosotros. Y esas emociones silenciadas, que impactan dentro de nuestro cuerpo, encuentran otras formas de hablar… A veces, en forma de cansancio inexplicable, otras como ansiedad, dolores físicos o una sensación constante de insatisfacción. Nuestro cuerpo y nuestro corazón tienen un lenguaje propio, y si no los escuchamos, ellos gritan.
Cuando comienzas a sentir, comienzas a sanar
Volvamos a esa tarde lluviosa. En el momento en que dejé caer esa primera lágrima, algo en mí se liberó. No era solo tristeza; era todo lo que había acumulado durante meses: frustración, miedo, anhelo, incluso alegría reprimida. Y por primera vez en mucho tiempo, me permití sentirlo todo, sin juzgarme, sin tratar de arreglar nada.
Y ahí está el poder del sentir: no se trata de solucionar, sino de permitir. De abrirte a lo que llevas dentro, como una amiga que necesita ser escuchada. Sentir no te debilita, al contrario, te conecta con una fuerza interior que ni siquiera sabías que estaba ahí.
Cómo empezar a escuchar tus emociones
Si alguna vez has sentido que tus emociones te desbordan o que no sabes cómo enfrentarlas, quiero decirte algo: no estás solo/a. Nadie nos enseña cómo hacer esto, pero puedes empezar con pequeños pasos. Aquí te dejo una guía para comenzar:
- Haz una pausa consciente. Encuentra un momento tranquilo, siéntate y cierra los ojos. Pregúntate: «¿Qué estoy sintiendo ahora mismo?». Puede que no lo sepas al principio, y está bien. El simple acto de preguntar ya abre la puerta.
- Nombra tus emociones. Si puedes identificar lo que sientes, ponle un nombre: tristeza, alegría, enojo, miedo, gratitud. Nombrar las emociones les da espacio para existir sin que te controlen.
- Permítete sentir sin juzgar. No hay emociones buenas o malas. Todas tienen un propósito y un mensaje. Tal vez la tristeza te pide descanso, el enojo te muestra algo que necesitas cambiar, y la alegría te recuerda lo que es importante para ti.
- Escribe lo que sientes. A veces, las palabras fluyen más fácilmente en un papel. Escribir puede ayudarte a procesar y liberar lo que llevas dentro.
- Busca un espacio seguro. Hablar con alguien de confianza o acudir a un terapeuta puede ser transformador. No tienes que hacerlo todo sola.
Abrazar tus emociones es un acto de amor propio
Hoy, mientras escribo esto, sigo recordando esa tarde lluviosa como un momento de renacimiento. Aprendí que sentir no es debilidad, sino valentía. Que detrás de cada emoción hay un regalo, una oportunidad para conocerme mejor y estar más en paz conmigo misma.
Quiero invitarte a que te des ese regalo. A que escuches lo que tu cuerpo, tu mente y tu corazón intentan decirte. Porque cuando te permites sentir, empiezas a liberar, a sanar, a vivir.
No ignores tu mundo interior. Ahí está tu fuerza, tu verdad y tu camino hacia el bienestar. Si necesitas acompañamiento en este proceso, estaré encantada de caminar contigo.
🤍 ¿Te animas a empezar hoy? Déjame un comentario o escríbeme, estaré aquí para ti.